Siempre he sentido una atracción especial hacia los artistas que crean laboriosas obras de arte que no van a perdurar en el tiempo, que tras horas y horas de trabajo, quizás unos pocos afortunados puedan contemplar durante unos días, horas o incluso un instante.
El arte por el hecho de crear, de disfrutar del momento ….la
sensación de que toda tu obra se desvanece en un intervalo mucho más corto que
el que has tardado en crearla, como
cuando de niño construías un castillo en la arena, muy cerca del mar para
sentir la amenaza de las olas.
Un maravilloso , meticuloso y frágil arte que produce un
subidón cuando lo contemplas y te deja vacío cuando desaparece. Un paso fugaz por la vida.
Un ejemplo es el llamado “Monumento Mínimo”, hombres de hielo realizados por Nel Azevedo,
artista brasileño. Esta obra fue presentada en el Festival de La Reina, en
Belfast, Irlanda en el 2012.
Cientos de figuras de hielo en los escalones de la casa
consistorial que poco a poco se descongelan bajo el sol.
Ahora que ya pensamos en el verano y en la playa, otro ejemplo es Andrés Amador artista de San Francisco, que realiza dibujos
en las playas de California, utilizando un rastrillo como pincel. Hermosas
obras que duran hasta que las olas se acercan y ponen fin a su efímera
exposición.
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