Esta es la historia de una artista que no sabía que lo era y murió sin descubrirlo.
Vivian Maier nació en Francia y vivió en Chicago y Nueva York cuidando niños durante más de cuarenta años.
En el 2007, un veinteañero llamado John Maloof, compró por trescientos euros en una subasta, material fotográfico que pensaba que le podía servir de ayuda para un libro que escribía acerca de su barrio. Decidió revelar parte de las fotografías y venderlas por internet.
Allan Sekula, un reputado crítico fotográfico, se puso en contacto con él, ya que esas instantáneas no eran cualquier cosa, estaban llenas de talento. Escenas de Nueva York y Chicago, llenas de vida, hombres borrachos tirados en las aceras, mujeres hermosas, niños con la cara sucia y la mirada fija en la cámara, ancianas desafiantes... y así hasta completar más de 100.000 imágenes.
Maloof empezó a investigar para tratar de encontrar a la autora de las fotografías, ya era demasiado tarde. Vivian había muerto, en el 2009, pobre y sola con 83 años.
Parece que era una mujer tímida que utilizaba su cámara como escudo para conectar con la gente, para poder mirar a la cara de las personas. Era su ventana para asomarse al mundo.
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